Aprendió a escribir sola. Se llama Loraine y es enfermera. Bueno, eso es lo que era antes de que le robaran en Plaza de Cataluña. Llegó a Barcelona para hacer turismo y se quedó en la calle. Sin dinero y sin papeles. Todo se le complicó y allí sigue. Hoy, Loraine es una sintecho. Como ella misma dice: “no tenía nada“. Por eso, los hay quienes incluso, se atreverían a decir que no es nadie. O que no vale nada Pero, no es cierto. Tan solo es alguien a quien la vida se le complicó hasta dejarle a solas con el fracaso. Y, de nuevo esto no sería cierto. Porque Loraine nunca ha perdido la sonrisa. Incluso se ríe mientras afirma que, en el hospital de Londres en el que trabajaba, todos estaban de acuerdo en que su letra era mejor que la de los médicos. Hoy, su caligrafía le ha devuelto la posibilidad de recuperar parte de lo que la vida le ha robado.
Monotype, la empresa que comercializa caligrafías, en colaboración con la Fundación Arrels ha elegido las letras de Loraine (junto con la de otros 4 indigentes de Barcelona) para incluirla en su catálogo de ventas. Eso significa que cualquier diseñador, editor o publicitario del mundo podrá usar una caligrafía que hasta ahora Loraine solo mostraba en los carteles de cartón donde pedía ayuda para comer. El paquete completo de letras cuesta entre 19 y 290 euros. El precio varía en función del uso que se le vaya a dar. Por muchas letras que venda, no sabemos si Loraine dejará la calle. Lo que sí sabemos es que podrá dejar atrás esa sensación tan terrible que nos entra a todos cuando pensamos que nuestras vidas son un fracaso.

Hoy Loraine ha escrito, de su puño y letra en el cartel de cartón donde pide ayuda, su frase favorita: “Don’t worry, be happy” (no te preocupes, sé feliz). Toda una lección de vida de una persona que se quedó sin nada. Que no tenía nada. Algo que ahora sabemos que es del todo incierto. Loraine nunca perdió la sonrisa. Por eso, cuando sientas que tu vida es un fracaso, cuando te veas al borde del precipicio, respira hondo, muy hondo y deja que el aire te invada de esperanza. Luego, mientras vayas soltando lentamente el aire, sigue el ejemplo de Loraine. Regálate tu mejor sonrisa. Respira tantas veces como te haga falta. Hasta que seas capaz de sonreír.




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